huachinantla1.jpg

RELIGION EN HUACHI

PAGINA DE ENTRADA
HUACHENOS
AMIGOS
CUENTOS DEL PUEBLO
PERSONAJES DEL PUEBLO
ACTIVIDADES DEL PUEBLO
LAS ESCUELAS
LA POLITICA EN HUACHI
RELIGION
FOTOS DE RECUERDOS
POESIAS
ESCRIBEME

POR MUCHISIMOS ANOS, LA RELIGION DOMINANTE EN HUACHINANTLA, SEGURAMENTE FUE LA CATOLICA.
EN MIS TIEMPOS YA EXISTIA UNA SEGUNDA ALTERNATIVA, LA IGLESIA CRISTIANA, HOY DIA NO TENGO IDEA QUE DENOMINACIONES EXISTAN.
 
ESTE, SIEMPRE ES UN TEMA MUY CONTROVERCIAL
PERO SI ANALIZAMOS UN POCO NO TIENE PORQUE SERLO, CREO QUE CASI SIEMPRE JUZGAMOS SIN CONOCER. ESPERO QUE TENGAMOS UNA MENTE ABIERTA PARA ANALIZAR Y TAL VEZ CONOCER LO QUE NO CONOCIAMOS.

10mandamientos.jpg

El hombre fue creado con la necesidad de adorar.
Desafortunadamente en la mayoria de los casos esa adoracion esta encauzada erroneamente pues en lugar de adorar por ejemplo al creador, se termina adorando la creacion.
 
Esto viene de milenios atras, nuestros antepasados como la gran mayoria de etnias y culturas en el mundo adoraban "la naturaleza" se adoraba al "dios sol" la "diosa luna" se adoraban las estrellas, los elementos como el viento, la lluvia, la tierra y aun en nuestros dias, la venda aun cubre los ojos de muchos incautos adorando a la creacion en vez de adorar al Creador.
 
el unico pueblo que ha conocido al verdadero DIOS han sido los judios, el pueblo de Israel.
desde la antiguedad cuando los pueblos vecinos eran politeistas (adoradores de muchos dioses) El pueblo de Israel siempre ha sido monoteista (adoradores de un solo Dios)
 
Las grandes civilizaciones como egipto,babilonia y mas eran pueblos paganos tambien, adorando la creacion en lugar del Creador.
 
Mexico no fue la excepcion, tambien fue adorador de los elementos como bien sabemos y no adorador del Creador.
 
Con la "NO AYUDA" de los Espanoles no se trajo solucion, al contrario se impuso religion.

Historia del Cristianismo

Los comienzos de la Iglesia

Jerusalén era el núcleo del movimiento cristiano; al menos lo fue hasta su destrucción a manos de los ejércitos de Roma en el 70 d.C. Desde este centro,el cristianismo se desplazó a otras ciudades y pueblos de Palestina, e incluso más lejos. En un principio, la mayoría de las personas que se unían a la nueva fe eran seguidores del judaísmo, para quienes sus doctrinas representaban algo nuevo, no en el sentido de algo novedoso por completo y distinto, sino en el sentido de ser la continuación y realización de lo que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Por lo tanto, ya en un principio, el cristianismo manifestó una relación dual con la fe judía: una relación de continuidad y al mismo tiempo de realización, de antítesis, y también de afirmación. La conversión forzada de los judíos durante la edad media y la historia del antisemitismo (a pesar de que los dirigentes de la iglesia condenaban ambas actitudes) constituyen una prueba de que la antítesis podía ensombrecer con facilidad a la afirmación. Sin embargo, la ruptura con el judaísmo nunca ha sido total, sobre todo porque la Biblia cristiana incluye muchos elementos del judaísmo. Esto ha logrado que los cristianos no olviden que aquel al que adoran como Señor era judío y que el Nuevo Testamento no surgió de la nada, sino que es una continuación del Antiguo Testamento.

Una importante causa del alejamiento del cristianismo de sus raíces judías fue el cambio en la composición de la Iglesia, que tuvo lugar más o menos a fines del siglo II (es difícil precisar cómo se produjo y en qué periodo de una forma concreta). En un momento dado, los cristianos con un pasado no judío comenzaron a superar en número a los judíos cristianos. En este sentido, el trabajo del apóstol Pablo tuvo una poderosa influencia. Pablo era judío de nacimiento y estuvo relacionado de una forma muy profunda con el destino del judaísmo, pero, a causa de su conversión, se sintió el "instrumento elegido" para difundir la palabra de Cristo a los gentiles, es decir, a todos aquellos que no tenían un pasado judío. Fue él quien, en sus epístolas a varias de las primeras congregaciones cristianas, formuló muchas de las ideas y creó la terminología que más tarde constituirían el eje de la fe Cristiana; merece el título de primer teólogo cristiano. Muchos teólogos posteriores basaron sus conceptos y sistemas en sus cartas, que ahora están recopiladas y codificadas en el Nuevo Testamento. Véase también San Pablo.

De las epístolas ya consideradas y de otras fuentes que provienen de los dos primeros siglos de nuestra era, es posible obtener información sobre la organización de las primeras congregaciones. Las epístolas que Pablo habría enviado a Timoteo y a Tito (a pesar de que muchos estudiosos actuales no se arriesgan a afirmar que el autor de esas cartas haya sido Pablo), muestran los comienzos de una organización basada en el traspaso metódico del mando de la primera generación de apóstoles, entre los que se incluye a Pablo, a sus continuadores, los obispos. Dado el frecuente uso de términos tales como obispo, presbítero y diácono en los documentos, se hace imposible la identificación de una política única y uniforme. Hacia el siglo III se hizo general el acuerdo respecto a la autoridad de los obispos como continuadores de la labor de los apóstoles. Sin embargo, este acuerdo era generalizado sólo en los casos en que sus vidas y comportamientos asumían las enseñanzas de los apóstoles, tal como estaba estipulado en el Nuevo Testamento y en los principios doctrinales que fundamentaban las diferentes comunidades cristianas.

Concilios y credos

Se hizo necesario aclarar las cuestiones doctrinales cuando surgieron interpretaciones del mensaje de Cristo que vendrían a considerarse erróneas. Las desviaciones más importantes o herejías tenían que ver con la persona de Cristo. Algunos teólogos buscaban proteger su santidad, negando su naturaleza humana, mientras otros buscaban proteger la fe monoteísta, haciendo de Cristo una figura divina de rango inferior a Dios, el Padre.

En respuesta a estas dos tendencias, en los credos comenzó, en época muy temprana, un proceso para especificar la condición divina de Cristo, en relación con la divinidad del Padre. Las formulaciones definitivas de estas relaciones se establecieron durante los siglos IV y V, en una serie de concilios oficiales de la Iglesia; dos de los más destacados fueron el de Nicea en el 325, y el de Calcedonia en el 451, en los que se acuñaron las doctrinas de la Santísima Trinidad y de la doble naturaleza de Cristo, en la forma aún aceptada por la mayoría de los cristianos (véase Concilio de Calcedonia; Credo de Nicea). Para que pudieran exponerse estos principios, el cristianismo tuvo que refinar su pensamiento y su lenguaje, proceso en el que se fue creando una teología filosófica, tanto en latín como en griego. Durante más de mil años, éste fue el sistema de pensamiento con más influencia en Europa. El principal artífice de la teología en Occidente fue san Agustín de Hipona, cuya producción de textos literarios, dentro de los que se incluyen los textos clásicos Confesiones y La ciudad de Dios, hizo más que cualquier otro grupo de escritos, exceptuando los autores de la Biblia, para dar forma a este sistema.

Persecución

Sin embargo, el cristianismo tuvo primero que asentar su relación con el orden político. Dentro del Imperio romano, y como secta judía, la Iglesia cristiana primitiva compartió la misma categoría que tenía el judaísmo, pero antes de la muerte del emperador Nerón en el 68 ya se le consideraba rival de la religión imperial romana. Las causas de esta hostilidad hacia los cristianos no eran siempre las mismas y, por lo general, la oposición y las persecuciones tenían causas muy concretas. Sin embargo, la lealtad que los cristianos mostraban hacia su Señor Jesús, era irreconciliable con la veneración que existía hacia el emperador como deidad, y los emperadores como Trajano y Marco Aurelio, que estaban comprometidos de manera más profunda con mantener la unidad ideológica del Imperio, veían en los cristianos una amenaza para sus propósitos; fueron ellos quienes decidieron poner fin a la amenaza. Al igual que en la historia de otras religiones, en especial la del islam, la oposición a la nueva religión creaba el efecto inverso al que se pretendía y, como señaló el epigrama de Tertuliano, miembro de la Iglesia del norte de África, "la sangre de los mártires se transformará en la semilla de cristianos". A comienzos del siglo IV el mundo cristiano había crecido tanto en número y en fuerza, que para Roma era preciso tomar una decisión: erradicarlo o aceptarlo. El emperador Diocleciano trató de eliminar el cristianismo, pero fracasó; el emperador Constantino I el Grande optó por contemporizar, y acabó creando un imperio cristiano.

La aceptación oficial

La conversión del emperador Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no serlo. Como resultado, los cristianos comenzaron a sentir que se estaba rebajando el grado de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo (y de la Iglesia que estaba en el mundo), y ejercer una profesión de disciplina cristiana como monje. Desde sus comienzos en el desierto egipcio, con el eremitorio de san Antonio, el monaquismo cristiano se propagó durante los siglos IV y V por muchas zonas del Imperio romano. Los monjes cristianos se entregaron al rezo y a la observación de una vida ascética, pero no sólo en la parte griega o latina del Imperio romano, sino incluso más allá de sus fronteras orientales, en el interior de Asia. Durante el inicio de la edad media, estos monjes se transformaron en la fuerza más poderosa del proceso de cristianización de los no creyentes, de la renovación del culto y de la oración y, a pesar del antiintelectualismo que en reiteradas ocasiones trató de hacer valer sus derechos entre ellos, del campo de la teología y la erudición. Véase también Órdenes y comunidades religiosas.

EL "CRISTIANISMO" DE CONSTANTINO Y LA SEMILLA DEL FUTURO CATOLICISMO-ROMANO

Ya hemos dicho de Constantino que, como sucesor de su padre Constancio en la Tetrarquía, adoptó como divinidad protectora al Solis Invictus o Sol Invicto.

Imagen del dios solar en la sede Papal de San Pedro en el VaticanoDel dios Sol al Dios cristiano

A la muerte del emperador Galerio, poco después de haber proclamado el edicto de Tolerancia en el 311 d.C., Maximino Daya y Licinio se repartieron su parte del Imperio Romano. En sus luchas intestinas por el poder absoluto, Licinio se alió a Constantino que en el Oeste del Imperio Romano había eliminado a su rival Maximiano y Maximino Daya se alió con Majencio.

En el año 312 Constantino decidió enfrentarse a Majencio, que dominaba sobre los territorios de Italia y el Norte de África que seguían siendo no solo el núcleo del Imperio, sino además su reserva más importante de alimentos. En su avance hacia Roma, Constantino sufrió una derrota militar (aunque no se sabe dónde exactamente) por lo que en esta precaria situación, y con el objeto de levantar la moral de sus tropas, se hacía necesario un estímulo suplementario que ni los arúspices paganos le habían logrado dar, al no encontrar señales propicias.

Como era habitual en la época, esto no podía suceder mejor que con una visión, único medio de contacto entre los dioses paganos y los hombres mortales, y que se amoldaban perfectamente a la religiosidad del mundo antiguo.

La cosa es que Constantino vio, o declaró haber visto un mediodía del año 318 d.C. justo antes de la famosa batalla del puente Milvio, una visión donde según él, el Dios de los cristianos le mostraba una cruz luminosa en el cielo y la inscripción "vence con esto" (que más tarde se convertiría en el conocido "in hoc signo vinces" o "En este signo vencerás").

No debemos olvidar que dentro del ejército había una gran multitud -cada vez más numerosa- de soldados que de una forma u otra se confesaban cristianos, lo cual era un hecho ya desde el siglo II. Estos soldados cristianos se habían enfrentado por un lado a la presión de los primitivos escritores cristianos y de algunos obispos para los cuales el servicio militar era un servicio idólatra como consecuencia de las innumerables ceremonias paganas y juramentos que se realizaban como parte de la disciplina militar (y en las que estos soldados procuraban no participar o participar de una manera pasiva). Por otro lado fueron muchos los que en tiempos de persecución sufrieron con sus vidas el hecho de confesarse cristianos.

El escritor cristiano Eusebio de Cesarea, posteriormente el cronista oficial de la nueva corriente aliada con el poder temporal que surgiría del cristianismo tras la conversión de Constantino, y gran admirador de este emperador, afirma que el emperador juró hacer caso de la visión grabando o pintando dicho signo en los escudos de los soldados. Lactancio, autor de varias obras de propaganda cristiana (una de las más conocidas la famosa "sobre la muerte de los perseguidores"), y que era entonces instructor del hijo de Constantino, es el que describe la famosa visión. En todo caso con el correr del tiempo surgirían nuevas versiones si cabe más fantásticas de la visión que el propio emperador alentó y se guardó mucho de censurar, hasta que el suceso cobró vida propia como mito.

Hay que decir que las insignias romanas poseían ya desde hacía tiempo, entre otros signos, una forma de cruz que nada tenía que ver con la religión cristiana, así que solo había que dar a esa cruz una nueva interpretación para lanzarse a la lucha.

La cosa es que durante el combate que sobrevino el rival de Constantino, Majencio, cometió un error táctico al salir de la fortaleza que defendía para plantar combate en campo abierto fuera del seguro refugio de las murallas de la ciudad. Las tornas cambiaron de manera clara a favor de Constantino que derrotó a las tropas de Majencio. Después parece ser que el caballo de Majencio se encabritó arrojando al jinete al Tíber donde murió ahogado, dándose por finalizada la batalla.

Constantino mandó rescatar el cadáver del río para decapitarlo y exhibir públicamente la cabeza de su rival en un desfile triunfal por las calles de Roma donde fue vitoreado por la muchedumbre.

Tres años después de estos hechos el senado le erigió un arco triunfal junto al Coliseo al comienzo de la Vía Sacra. El análisis de este arco triunfal que aún se levanta en Roma, erigido con restos de otras construcciones romanas antiguas, nos dirá mucho de la "fe cristiana" de Constantino: Se muestra la partida de Constantino a la guerra desde la ciudad de Verona, en medio de sus soldados a los que supera en un palmo de altura, mientras es coronado por la diosa pagana Victoria. Se relata posteriormente la batalla donde aparece Constantino rodeado de dioses paganos como Victoria, Roma y un dios fluvial (posiblemente en agradecimiento por el tipo de muerte de su rival). Junto a los dioses mencionados aparece representado como divinidad máxima -y así lo manifiesta la inscripción que lo acompaña- el dios Sol.

Para Constantino este dios Sol tenía muchos rasgos asimilables al Dios de los cristianos, y fácilmente se equiparó al dios Sol con Cristo como suprema divinidad. Seguramente no fue problema para Constantino que algunos de sus súbditos vieran en esta divinidad al dios de los cristianos y otros al dios Sol del culto tradicional: Lo importante es que todo el imperio adorase formalmente al mismo dios.

Una única religión para el imperio

Como emperador Constantino tuvo claro desde un comienzo que no iba a permitir discrepancias en el seno del cristianismo, culto adoptado por el imperio. En sus cartas repite a sus interlocutores la necesidad de uniformidad y armonía en el culto estatal para no atraer la ira de los dioses. Otra constante en sus escritos es la necesidad de cumplir lo que él denomina la "Ley" divina con el objetivo de conseguir la unidad en la adoración. Por eso justifica los privilegios del clero como medio para que puedan cumplir esa "Ley" sin obstáculos y en alguna carta amenaza con ir personalmente a África, siempre recelosa de las pretensiones romanas, para destruir a los díscolos. Por medio del cumplimiento de esa "Ley" Constantino buscaba Unidad y Orden, dos rasgos de la religiosidad romana desde antes del cristianismo que se observan incuso hoy en día. Es más importante para Constantino el aspecto formal del culto que el fondo del mismo, que cada uno podría rellenar con el contenido o entendimiento de la fe que quisiera después. El deseo romano de unir y uniformar el mundo se manifiesta también en la religión.

Como hemos dicho en otro lado, para los antiguos griegos y romanos, la religión lo era todo. No era algo separado de la política, sino que política y religión eran una misma cosa. La Polis y la Civitas se fundamentaban en estos principios y los sacerdotes paganos eran una especie de funcionarios públicos que desempeñaban una función específica. La religión entonces no tenía nada que ver con el concepto cristiano de una relación personal del hombre con la divinidad. Así el estado, o mejor dicho, la ciudad estado, era la asamblea o reunión de aquellos que poseían unos mismos dioses y que sacrificaban en un mismo altar. Renegar de los dioses de los antepasados no era solo apostasía, era traición a la patria. Este concepto será aprovechado ahora por Constantino para sus fines de unificación de un imperio en decadencia, y como incuso vemos hoy en día, harían de este "cristianismo" romanizado la religión de "los padres", de la "familia", del "pueblo", de la "nación" entera, adulterando así el cristianismo predicado por los apóstoles y por los primeros cristianos hasta hacerlo la religión ritualista, formal, uniformadora, ecuménica y paganizada, aliada con los poderes temporales que se desarrollaría a partir de esta semilla a o largo de los siglos hasta nuestros días.

Medidas de Constantino

Pese al cristianismo "sui generis" del emperador Constantino, éste no dejó de mirar con buenos ojos los viejos cultos paganos: Cuando por ejemplo en el año 320 un rayo cayó en el anfiteatro de Roma, el mismo emperador ordenó que se consultara a los augures y sacerdotes paganos, pidiendo informes de sus augurios. Hizo esto en otras ocasiones, así como proteger las prácticas de magia siempre que éstas fuesen con el objeto de sanar enfermedades o para favorecer las cosechas. Revalidó los viejos privilegios de los sacerdotes paganos frente a la oposición de los sectores del cristianismo que aliados con la corte imperial trataron de revocarlos e incluso perseguirlos. No abolió el culto divino al emperador, siguió llamándose "Pontifex Maximus" o Sumo Pontífice (título que heredarían sus descendientes los papas) y por ello se constituía en cabeza del colegio sacerdotal romano y cuando surgió la controversia arriana, él mismo convocó el Concilio de Nicea como posteriormente harían los papas romanos. En Constantinopla se levantó una estatua en su honor sobre una columna equiparándose con el dios Sol. Como vemos estos indicios (resumidos aquí) nos inducen a pensar que Constantino solo cambio el nombre de su dios Solar por el nombre del Dios de los cristianos como nueva manifestación de la divinidad suprema de Roma, sin preocuparse de cuestiones de fe o dogmas cristianos.

Fue Constantino quien se opuso a los Donatistas en el Norte de África y dio órdenes al administrador de la diócesis de apoyar a los para él sacerdotes del culto verdadero que se oponían a Donato, poniéndose de parte de Ceciliano. Con medidas como esta Constantino trató de hacer del cristianismo algo que no había sido en tres siglos: un culto homogéneo sin "cismáticos" ni "herejes".

Con Constantino la iglesia "verdadera" adquirió privilegios como el derecho de asilo, la capacidad de recibir herencias, la exención de pagar impuestos. También se eximió a los funcionarios y soldados cristianos de participar en los sacrificios públicos a los dioses paganos que hasta entonces eran obligatorios como parte de la religión del estado.

Los nuevos días de la semana de Constantino

En el año 321 Constantino promulgó unas leyes que favorecían el descanso semanal en el dies solis latino o "día del Sol". Los días recibieron el nombre de los planetas conocidos, así Lunes=Luna, Martes= Marte, Miércoles= Mercurio, Jueves= Júpiter, Viernes= Venus, Sábado= Saturno y el día del Sol pasó a ser el dies Dominicus o día del Señor, hoy conocido como Domingo. Hay que decir que pese a lo que algunos afirman, el domingo se celebraba ya por los cristianos desde el primer siglo como conmemoración del día de la resurrección del Señor Jesús, y coincidía solamente por casualidad con el día del Sol Latino.

Otras fechas y costumbres fueron asimiladas a la nueva religión creada por Constantino, así, el día del solsticio de invierno, festividad del Solis Invictus o Sol Invicto, cuando el Sol renace una vez más y los días comienzan a crecer otra vez, pasó a ser el día de la Natividad del Señor, que los primitivos cristianos no habían celebrado nunca en esas fechas, etc.

El Concilio de Nicea y la persecución de los cismáticos

Aunque ya hemos hablado en otra parte de esta WEB del Concilio de Nicea, decir que la actitud de Constantino al convocar personalmente este concilio ha sido resumida por algunos como "Imposición del culto único" al amenazar con el destierro a los que se opusiesen a firmar los dictámenes acordados en el mismo. A Constantino se le nombró en este concilio "Obispo de Obispos" (un título que actualmente ostenta el Papa) y "Obispo Común". No en vano Constantino seguía ostentando el mencionado título de "Sumo Pontífice"; esto es: el guardián de la fe y de culto de Roma, a quien correspondían las decisiones y resoluciones en asuntos religiosos.

Resulta sorprendente, y un misterio, comprobar como aquellos cristianos que poco más o menos dos décadas atrás estuvieron bajo la persecución de Diocleciano dispuestos a sufrir los peores tormentos por causa de su fe, de manera tan ostentosa permitiesen que un emperador pagano, puesto que hemos visto que su cristianismo era un sincretismo religioso que nada tenía que ver con el mensaje de Jesús de Nazaret y los Apóstoles, se metiese de manera tan evidente en asuntos de doctrina decidiendo él mismo en algunos casos que derroteros tomar y a quien considerar ortodoxo y a quien hereje.

A partir del año 326 lo que no pudo homogeneizar por medio del Concilio, lo hizo por medio de privilegios para quienes se alinearan con el culto "cristiano" oficial y todo tipo de presiones y exigencias para quienes como los Novacianos, Donatistas, Montanistas y demás grupos alejados de la línea oficial continuaron díscolos a las órdenes de Roma. Se confiscaron bienes (que pasaron a manos de la iglesia "verdadera"), se les negó el derecho de reunión y culto e incluso se les persiguió con destierros y demás.

En esta línea de obligar a todos los súbditos romanos, paganos o no, a adorar al menos formal o externamente al dios que el emperador les presentaba como divinidad máxima, y que no permitía junto a si otra divinidad, Constantino dejó abierta la puerta para conclusiones que nos son bien conocidas por la historia: El establecimiento de una religión "cristiana" Romana oficial y única.

Esto vendría después, en el año 380 bajo Teodosio. El cristianismo no se convirtió en la religión oficial en tiempos de Constantino, pero devino la religión popular, la religión de moda, pues era la que profesaba el emperador. Tal popularidad, divorciada en muchos casos de motivos espirituales fue nefasta: «La masa del Imperio romano -escribe Schaff- fue bautizada solamente con agua, no con el Espíritu y el fuego del Evangelio, y trajo así las costumbres y las prácticas paganas al santuario cristiano bajo nombres diferentes»: «Sabemos por Eusebio -nos explica Newman (un cardenal Católico Romano de finales del siglo XIX) -que Constantino, para atraer a los paganos a la nueva religión, traspuso a ésta los ornamentos externos a los cuales estaban acostumbrados... El uso de templos dedicados a santos particulares, ornamentados en ocasiones con ramas de árboles; incienso, lámparas y velas; ofrendas votivas para recobrar la salud; agua bendita; fiestas y estaciones, procesiones, bendiciones a los campos; vestidos sacerdotales, la tonsura, el anillo de bodas, las imágenes en fecha más tardía, quizá el canto eclesiástico, el Kyrie Eleison, todo esto tiene un origen pagano y fue santificado mediante su adaptación en la Iglesia» J. H. Newman. An Essay on the Development of Christian Doctrine, pp. 359, 360.  

Pero eso es otra historia...

J. P. V.
Solo Dios es Sabio

Haz clic aquí para volver al S.IV

"LUGAR DE LA CEIBA GIGANTE"
2a PAGINA DE INTERNET DE HUACHINANTLA